Por Alfred López
Se conoce como ‘pedigrí’ a la genealogía o documento de un animal en el que consta su ascendencia y algunas de sus características más importantes (como la pureza de su raza) y que es utilizado, sobre todo, en caballos, perros y gatos, con el fin de determinar el valor genético de estos (muy importante en animales de exhibición y competición). Decir que cierto ejemplar tiene pedigrí es añadirle un plus a su valoración.
Etimológicamente el término llegó al castellano desde el inglés ‘pedigree’ (de idéntico significado) y los anglosajones lo tomaron y transformaron el vocablo del francés ‘pied de grue’ cuya traducción literal es ‘pata de grulla’.
Antiguamente, los criadores de caballos calificaban algunos ejemplares de estos animales siguiendo unos estándares de calidad, pureza raza, sexo y otros datos que determinaban el valor de los equinos. Y lo hacían realizando una marca que constaba en tres segmentos de líneas, cuya disposición parecía la huella que dejaba la pisada de una grulla (ave zancuda de gran tamaño y patas largas).
Algunas fuentes indican que dicha marca (pied de grue) se hacía directamente sobre el caballo (con un hierro candente) y otras indican que se realizaba dibujándolo sobre un documento, en forma de ‘árbol genealógico’ del animal y, de ahí, que recordara la mencionada pata de una grulla.
El hecho de que la denominación francesa ‘pied de grue’ acabase en la forma inglesa ‘pedigree’, parece ser que fue ante la dificultad de estos en pronunciarla correctamente, aunque también hay quien señala que, probablemente, se realizó un mix entre el vocablo francés y el término inglés ‘degree’ (grado, nivel, categoría de algo).
La palabra fue incorporada al Diccionario de la RAE en su edición de 1992 en la forma castellanizada ‘pedigrí’. Su plural debe escribirse como ‘pedigríes’ o ‘pedigrís’ (ambas formas están admitidas) y, señalan en el Diccionario panhispánico de dudas, debe evitarse la forma ‘pedigré’, la cual es la forma afrancesada del anglicismo.