EL CASTILLO DE LOS INOCENTES

Había una vez un grupo de jinetes ubicados, en el otro país dentro de una misma nación, que quisieron vacilarse una tarde de playa ya que sus colegas, de otros estados, se lanzaron un paro de carreras por problemas de seguridad social y una bendita máquina para apostar.

El líder de los “chipilines” estaba cuadrado con sus colegas de los otros estados. ‘Si mijo, tranquilo, aquí todo el mundo no va a correr. Tenemos que ser respetado. Tranquilo, todo está bajo control’, exclamó el llamativo hombre a caballo.

Más atrás, otros látigos de ese singular país, fueron convencidos por el líder. Eran las 12 del mediodía. Comenzó la fiesta. Cerveza iban y cervezas venían, ante el singular calor de esa zona.
‘Mijo, qué va. No vamos a montar. Ustedes, tranquilo aquí. Tenemos las cervecitas, la papita y relajados’, volvió a soltar el líder.

El otro grupo muy relajado ante las exquisiteses de la tarde y a un lado de la playa, le dieron rienda suelta a sus ambiciones personales. Relajamiento total. Pasadas las dos de la tarde, los jefes del hipódromo recibieron el alerta de un conato de paro en ese país.

De inmediato, los radares especiales detectaron al grupo en una fiesta bajo el sol. De una vez, el líder de los “chipilines” recibió una llamada con voz de mando. ‘Mira, si no sales a montar te vamos a quitar la matrícula’. El líder soltó la botella y comenzó a moverse como parapara en cemento. Ayyy mamá. La presión fue total, mientras fijada la mirada al resto de sus “panas” que la daban rienda suelta al “preciado líquido” bajo una tarde espectacular.

El líder se recostó en uno de los preciados rincones de la casa de playa. ‘Verga. Y ahora qué hago. La mayoría están aquí y el hombre me pegó contra la baranda’, dijo entre sí preocupado y reflexionando para salvar su pellejo.

El diminuto hombre caminada con su líquido en la mano. Miraba a sus colegas y los miraba. Con el celular envuelto en sus manos sudadas ante la presión de “arriba”. Uno de sus colegas le dijo: ‘Qué pasó mijo, te veo raro. Vení, vamos a jugar una partidita de dominó. Ninguno salimos de aquí en solidaridad con nuestros compañeros’, argumentó uno de los supuestos alzados.

El hombre líder estremeció sus cejas. En ese instante, sonó una vez más el celular. ¿Mira, qué pasó. Tu te la tiras de bravucón y formador de peo. Ya estás sentenciado’. El líder comenzó a “buscar afuera” como todo caballo descarrilado.

“Luisito, mijo. Yo no tengo nada que ver con eso. Ellos están aquí; pero, no estoy fomentando ningún paro. Por favor, no me quites la matrícula. Vos sabéis, estoy mamando’, indicó con voz agitada al jefe supremo. ‘Muévete, pues’, le repicó.

En medio de ese presión, el líder volvió a mirar a sus amigos que estaban relajados con sus frias, música a todo volumen, comida full y los tremendos celulares de última moda. Eso no puede faltar entre los chicos a caballos.

‘Eyyy, mijos. Ya vengo. Voy a comprar unas cosas que hacen falta. En media hora estoy aquí’, manifestó el presionado. ‘Mirá, cuidado con una vaina porque todos estamos resteados’, le dijo uno de sus altos panas. ‘Tranquilo chico’, respondió el líder.

Desde Caracas recibió otra llamada. ‘¿Cómo está todo por allá?, le indicaron. ‘aquí todo está fino, ellos no quieren montar. No hay carreras’, informó con voz sobrada. Desde el otro lado de la comunicación vía celular, la respondieron con confianza: ‘Qué bueno, así es’.

El líder de los inocentes se llevó una fría en la mano, se montó en su camionetota y con su par de celulares por un lado de su cintura. La misión: comprar unas “vainitas” para la rumba.

Qué va. El chiquillo salió rumbo al hipódromo. Se presentó como héroe. ‘Aquí estoy. Vamos a correr’. ‘¿Epa, dónde están el resto?’, preguntó uno de los jejes de óvalo. ‘No se nada’, dijo con esa carota de chamo inocente y sus brazos detras de su cintura.

Pasaron una y dos horas. Los inocentes se preocuparon. Uno de sus panas ya lo conoce e inició una llamada táctica al óvalo. Desde allá la revelaron. ‘Mirá, el tipo está aquí en el recinto y va a montar’. ‘Qué bolas, no puede ser’. Qué sucio es’, exclamó uno de ellos.

De inmediato un grupo salió enmachetado al hipódromo. Esfuerzo en vano. Las autoridades no lo dejaron montar, mientras que el supuesto líder estaba bañadito y con la chaquetilla listo para salir en la primera carrera. La arrechera fue total entre sus panas, al tiempo que el supuesto líder sacaba una sonrisa irónica mientras ajustaba las bridas encima del purasangre.

Moraleja: En el hipismo vale más el interés personal que el colectivo.

Autor: EL parquero de la playa
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FRANCISCO QUINTERO

SALUDOS, HERMANO ES TOTALMENTE CIERTA LA CUESTION, JAJAJA, FUE EN LA CASA DE LA PLAYA DE ALEX DELGADO, Y EL TENDON ARMO UN ESCANDALO, Y MUCHO AMIGOS MIOS, DIJERON ENTRE ELLOS GABRIEL PORTILLO,ESE NO TIENE CLASE, JAJAJA QUE CULEBRON, POR AQUI A S ORDEN, FRANCISCO QUINTERO DIRETOR DE LA PAGINA http://www.profesionalesdelhipismo.com Correo [email protected]