VIDEO | Vuelven las carreras a Colombia

Cortesía Diario El Espectador
Mi familia existe gracias a los caballos de carreras. Gracias a que
mi mamá y mi papá ganaron con la legendaria apuesta del 5 y 6, en los
años 60, el dinero suficiente para tener una casa y la estabilidad
necesaria para criar a cinco hijos. Se enamoraron de los pura sangre
inglesa en el Hipódromo de Techo, convertido hoy en el estadio de fútbol
de La Equidad, y nosotros, conmovidos por la belleza salvaje de estos
animales y el sonido afelpado de sus cascos sobre la recta final, nos
quedamos aferrados a las barandas de la pista del moderno Hipódromo de
los Andes, hoy abandonado en la Autopista Norte, cerca de Chía, el lugar
donde Colombia llegó a ser una potencia hípica latinoamericana, ganando
el Clásico Internacional del Caribe, generando 2.000 empleos directos y
20.000 indirectos.

Esto para que el lector pueda tolerar la
subjetividad de este reportaje y entienda la emoción que significó
asistir el jueves a la preinauguración del Parque Hipódromo El Rosal, a
media hora de Bogotá, saliendo por la calle 80 hasta la Autopista a
Medellín y desviando 600 metros a la derecha en la entrada al municipio
de El Rosal. Ver video del regreso de las carreras.
Entre
octubre del año pasado y febrero de este año la empresa Inturf S. A.
construyó una bella pista de arena de 1.270 metros de largo, con todas
las especificaciones técnicas que requiere el paso, la fragilidad y la
velocidad de un puro de carreras. Son 28 hectáreas. Está casi terminado
el edificio central, desde donde funcionará una red nacional de apuestas
con licencia de Etesa e impuestos para juegos de azar en beneficio del
sistema de salud del país. Las tribunas para albergar a miles de
aficionados y turistas están en construcción, así como un multiparque
recreativo en el que funcionarán un restaurante, un centro infantil y
una carpa gigante donde las familias podrán escoger actividades
recreativas como zonas de juegos y talleres, así como áreas culturales,
donde habrá danzas, teatro y cine.
La apertura de un nuevo
hipódromo en la capital del país es noticia, porque desde el cierre de
Hipoandes, a mediados de los años 80, también han quebrado el Hipódromo
de Los Comuneros en las afueras de Medellín, otro en Cali y el de Villa
de Leyva, que suspendió operaciones a comienzos de este año. El problema
de siempre ha sido la excesiva carga impositiva y las malas
administraciones. Sin embargo, la Ley 1397 de 2010 incluyó un artículo
que traspasó a gobernaciones y alcaldías, por tres años, el poder para
otorgar licencias de apuestas hípicas y bajó los impuestos para
estimular el renacimiento de esta industria generadora de empleo.
En
este hay un potencial de 100 empleos directos para entrenadores,
jinetes, mozos de corral, herreros, empleados de la red de apuestas y de
todos los servicios del parque. También se beneficiarán cadenas
productivas de veterinaria, alimentos y marroquinería. Detrás de la
bella estampa del caballo de carreras está la historia de la humanidad y
de caballos árabes como ‘Diomedes’ y están más de 50 familias que
todavía tienen criaderos de pura sangres, sostienen 1.000 empleados y
exportan a países vecinos. El jueves en la noche en El Rosal estaban
William Yarce, el perseverante criador antioqueño, el bogotano Luis
Fernando García y otros. No vi al extécnico de la selección Colombia
Francisco Maturana, que quiere tanto al fútbol como a los pura sangres.
Seguro vendrá y traerá los caballos que le quedan.
 Don Guillermo Cano,
asesinado director de El Espectador, fue tocado por la magia del llamado
“deporte de los reyes”. En la época de la dictadura de Rojas Pinilla,
cuando este diario fue clausurado, su empresa editora se dedicó a
imprimir los volantes de las apuestas hípicas y tuvo un caballo llamado
‘Pasto de Oro’, que ganó una carrera, y una yegua ‘Monabelle’, bonita
pero malita. No se hizo millonario, pero se divirtió.

Crédito: Nelson Fredy Padilla
Diario El Espectador
Colombia
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