Se van, pero se quedan en el corazón

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Por Antonio José Medina

Ya finalizando este año 2019, recibí dos noticias bien tristes y que, particularmente, me pegaron en el corazón: las partidas de los entrenadores Pablo Schneider y Giovanni Contini.

Luego, de casi 8 horas de vuelo directo a Buenos Aires, y llegando a imigración, vi el mensaje por WhatsApp de la muerte de mi hermano y amigo Pablo Schneider en Israel. Fue su esposa Emy quien me dio la noticia. En segundos me pasaron los grandes momentos junto a Pablo en su carrera profesional y en las reuniones familiares.

Cuando dejó la música y se dedicó a entrenar, creció nuestra amistad. Y en 1994 me recibió en Puerto Rico en el Clásico del Caribe. Una gran experiencia. Gozamos un puyero con la comida de KFC, las charlas en el cafetín de las cuadras de El Nuevo Comandante y sus triunfos. Fueron madrugadas, tardes y noches con los caballos. Cosechamos una gran amistad junto a sus hijas Débora y Verónica, y también Emy con quien selló una relación muy bonita. “Mi negra” como decía Pablito. Se llevó consigo sus grandes victorias en los hipódromos de Puerto Rico, Panamá y Venezuela. Además, quedó plasmado sus éxitos en la música. Estuvimos de cerca, en las buenas y malas.

Tras su partida, me tocó revisar fotos, notas, videos para recordarlo en esa mezcla de emociones, luego de estar más de 3 años sin ver a mis hijos.

La Continera en silencio

Luego de varios días, el entrenador y amigo Rubén Lanz me escribe…”murió Giovanni Contini hermano”. Otra dura noticia. Me une una gran amistad con la familia Contini, en primer lugar, con Miguel con quien siempre estuvo allí de cerca con Daniel Pérez (+) otro hermano. La amistad creció. Pero, desde joven siempre admiré a Giovanni Contini.

Tras los 60 años de La Rinconada, visitamos La Continera. Una casa donde se respira es hipismo en medio de los trofeos de Gorgo, Tan Bonita y los recortes de prensa de Trinycarol que don Giovanni mostraba con gran orgullo. Había que estar allí para calibrar esta familia curtida de hipismo.

Por cierto, en tono jocoso siempre me decía “Ñoño”, apodo que fortificó Daniel Pérez y casi a coro con Miguel Contini.

Don Giovanni repentinamente, se fue. Se marchó para descansar. Un señor, un caballero. Mi respeto eterno.

Nuestro hipismo que a veces se debilita y se levanta, pero a lo largo de la vida te deja amistades que respetas y aprecias con el alma. Primero, perdimos a Daniel Pérez, ahora se va Pablo Schneider. De paso, dos amigos quienes me enseñaron secretos del entrenamiento de carreras. Pero, ni se diga de Giovanni Contini. Nunca olvidaré su charla junto a Antonio Bellardi en la Escuela de Entrenadores y sus tips para sacar adelante a los caballos con anidrosis, que no sudan.

No podía obviar este texto para dos personas que seguiré respetando y admirando. Un abrazo Pablito, un abrazo don Giovanni. Descansen en paz.

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