Fuente: http://www.diariodesevilla.es
Los caballos, majestuosos y poderosos, han sido compañeros leales de los humanos a lo largo de la historia. Sin embargo, hay un fenómeno intrigante en la biología equina que ha desconcertado a veterinarios y científicos durante mucho tiempo: la incapacidad de los caballos para eructar y vomitar. Este reportaje explorará las razones detrás de este enigma fisiológico y las implicaciones que conlleva para la salud equina.
A diferencia de los humanos y otros mamíferos, los caballos tienen un sistema digestivo único que contribuye a su incapacidad para eructar y vomitar. Su tracto gastrointestinal es excepcionalmente largo y complejo, dividido en varias secciones, como el estómago, el intestino delgado y el ciego. Esta anatomía especializada hace que el proceso de eructo y vómito sea prácticamente imposible.
Músculos Esofágicos y la Regurgitación
En los caballos, el esófago tiene una estructura muscular unidireccional que facilita el paso del alimento hacia el estómago, pero impide el flujo en la dirección opuesta. Este diseño evita que los gases acumulados en el estómago salgan a través del eructo, como sucede en otros animales.
La incapacidad de regurgitar también está relacionada con esta anatomía especializada. Aunque la regurgitación es un mecanismo que ayuda a algunos animales a expulsar sustancias tóxicas o indeseadas, los caballos carecen de esta capacidad debido a la estructura de sus músculos esofágicos.
Aunque la incapacidad de eructar y vomitar en los caballos puede parecer una desventaja, esta característica puede haber evolucionado como una adaptación exitosa a su dieta herbívora y estilo de vida. Los caballos han desarrollado una eficiente fermentación bacteriana en el ciego para descomponer la celulosa de las plantas, permitiéndoles extraer nutrientes de manera efectiva.